Mamá con "M" de Mujer!
- 19 sept 2023
- 3 Min. de lectura
Soy mamá, y para mí es el mejor título y logro que puedo tener como mujer!
Ser madre es la máxima prolongación del amor, es la manifestación sublime de darse sin expectativa, sin necesidad de gratificación... es saberse instrumento divino.
Algunas personas creen que convertirme en madre significó estancarme, sacrificar mis metas y aspiraciones. Y aunque ser madre sí cambió mi vida por completo, no necesariamente significó mi invalidación como mujer o como miembro de la sociedad. La maternidad solo cambió mi forma de percibir el mundo, mi forma de sentir, mi forma de vivir y sobre todo, mi forma de establecer mis prioridades. Desafortunadamente es común ver que todos hablan de lo duro del ser madre desde una perspectiva bana y materialista; se habla de lo que dejamos atrás al decidir convertirnos en madres, lo que dejamos de "ser" y/o hacer. Pero la verdad es que muy poco se habla de la parte hermosa y apremiante de ser madre, porque ser madre no solo es cambiar pañales, dejar de tener tiempo para mí por atender a alguien más, dejar en segundo plano lo que quiero por tener una obligación con alguien más... ser madre es tener una razón de ser por el resto de nuestras vidas.
La maternidad en realidad es como una profesión, la mejor profesión del mundo. Tener el título de mamá, no me da un título para ocupar un puesto que si no sirves simplemente lo puede ocupar alguien más; tener el título de mamá, es tener un lugar único y definitivo donde nadie puede quitarte tu lugar. Y contrario a lo que sucede con un título que te dan en la universidad, ser mamá no significa que tengo los conocimientos y aptitudes necesarios para desempeñar mi cargo... ser mamá es una carrera con actualizaciones constantes, sin pensum definitivo, ni una forma pre-determinada de serlo. La carrera como mamá es una carrera llena de contratiempos, de inseguridades y sobre todo de muchos aspectos a aprender en cada momento... es estar en continua confrontación con nosotras mismas, es aprender a no evadir nuestras responsabilidades y hacerle frente a nuestros problemas de la mejor manera, es vernos obligadas a ser más tenaces, más valientes, más constantes y polivalentes.
Pero tuvieron que pasar muchos años para entender que ser mamá no me obligaba a sabérmelas todas; entender que no existen fórmulas mágicas y mucho menos existía ningún interruptor para poner mi modo madre ON para hacer mi trabajo como debe ser. Me tomó mucho tiempo entender que el secreto de una maternidad feliz es no tener la necesidad constante de tener el control de todo, que mis hijos no necesitan una madre perfecta, solo una madre que se muestre disponible, que los acepte y los acompañe sin condición, que sepa valorar sus esfuerzos, que les ponga límites y no le importen solamente los resultados. Que regale palabras de aliento cuando sus ánimos decaen, y abrazos que los protejan en sus peores momentos... que valide todas sus emociones... Y sobre todo, que entienda que nuestros hijos son también nuestros pequeños maestros, que con solo existir y sin saberlo, nos enseñan a amar de la froma más perfecta e incondicional; que para poder trabajar en ellos, primero debemos trabajar en nosotras mismas porque ellos no aprenden de lo que les decimos, sino con lo que les enseñamos a través del ejemplo y con las vivencias del día a día.
Muchas mujeres sienten un peso a cuestas donde la M de mamá parece aplastar rotundamente la M de Mujer. Pero no tiene por qué ser visto así... ser madre no te hace la mujer más valiente del mundo, pero sí te hace la persona más tenaz y generosa del mundo, para la que su mayor debilidad (sus hijos), también es su punto más fuerte, porque los hijos se convierten en esa llama que enciende nuestro corazón y nuestras ganas de vivir. Y aunque ser mamá a veces se siente realmente abrumador, porque te hace re-aprender a diario, también te ayuda a querer ser tu mejor versión cada día.
Ser madre me ayudó a descubrir que podemos hacer cualquier cosa por un mundo al que le hemos dado la vida; pero no es solo uno de los milagros más grandes; sino también una de las responsabilidades más grandes. Es entender y revalidar nuestro propósito y nuestro rol en la sociedad; la misión que nos fue entregada: DAR VIDA. Por que muy a pesar de que para muchos la labor de mamá esté devaluada, la verdad es que es sobre nuestros hombros donde descansa el futuro de la humanidad, estamos escribiendo el futuro de la sociedad y de las generaciones venideras.
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